El shock que produjo el atentado en la calle Tarata fue aterrorizante. El terrorismo sanguinario de Sendero Luminoso no solo se desataba en el interior del país, ni con atentados y cochebombas en los barrios populares, sino que ahora llegaba al corazón de la llamada "pituquería limeña". La cobertura de este hecho fue inmensa, pues la condena desde todos los sectores era unánime: 20 personas habían muerto, 62 en grave estado, 6 mutilados, cientos de familias habían quedado sin hogar. La organización terrorista había logrado su propósito de generar miedo y provocar rabia.

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